Cuando el Made in Italy es real

Decir Made in Italy es fácil; hacerlo realmente, mucho más difícil. Hay casos en los que la italianidad es una elección auténtica, y se nota.

En un momento en que la deslocalización está en boca de todos, cuando muchas grandes marcas —que podrían y deberían respaldar la italianidad en todos sus aspectos— llevan su producción al extranjero, el Made in Italy para nosotros no es solo una opción, sino sobre todo una misión.

Tanto para empresas como para individuos, crear y apoyar el Made in Italy, además de ser una acción personal, es un acto ético que beneficia a toda la sociedad en términos de valor y riqueza compartida, permitiendo a las empresas invertir cada vez más en el territorio y en el factor humano.

Nuestra marca Brucle nació con esa misión: promover la artesanía italiana y hacerla actual en nuestros accesorios de moda. Fue una decisión valiente que nunca nos desvió de nuestro objetivo: contando con proveedores de materiales y artesanos de nuestro país, contribuimos a sostener la tradición manufacturera admirada en todo el mundo, donde la italianidad se reconoce por estilo, calidad y elegancia.

Producir un artículo 100% Made in Italy además nos conecta con realidades que operan en Italia desde hace décadas, a menudo generación tras generación. Empresas que trabajan con pasión y dedicación, transmitiendo el saber hacer de sus antepasados e incorporando nuevas tecnologías y procesos: por ejemplo, el uso de láser para personalizar nuestros tirantes, cinturones y carteras cosidos a mano.

Fabricar en Italia es para nosotros un valor añadido: nos permite garantizar siempre la calidad de los productos, seleccionar con rigor los materiales y ofrecer un alto grado de personalización. Hemos introducido en todo el catálogo la opción de cinturones sin níquel: cambiar todos los herrajes, desde la hebilla hasta el tornillo. Además, hemos reforzado nuestro servicio a medida: accesorios personalizados en diseño y tallas, posible solo con producción artesanal y nacional.

Nuestros productos cumplen las normas más exigentes de protección al consumidor y de seguridad de materiales (todos testados según REACH y OEKO-TEX), y garantizan condiciones de trabajo dignas. No obstante, no siempre es fácil, ni a veces posible, ser 100% Made in Italy: compramos algunos componentes en Reino Unido o Alemania, y las pieles exóticas llegan con certificación CITES, pero el ensamblaje y la manufactura siempre se realizan en Italia, gracias a la habilidad de nuestros artesanos.

Lo importante es no tener esqueletos en el armario y garantizar la máxima transparencia; es más urgente que nunca reclamar la italianidad y todos los valores que conlleva solo cuando el Made in Italy es auténtico. Evitemos que solo quede la marca como “italiana” y nada más.

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